
Pues al final ocurrió lo que parecía que ya no tendría lugar y tuvimos un holocausto nuclear.
Aunque hacía años que había acabado la Guerra Fría y la posibilidad de un ataque nuclear parecía algo lejano, pasó igualmente. Cuando ya casi nadie se lo esperaba.
Algún loco en algún lugar apretó un botón y se desencadenó el infierno sobre la Tierra.
Desconozco los detalles pues después de eso ya no hubo noticiarios que explicaran lo ocurrido ni tertulias ni redes sociales ni nada.
Yo por suerte era de clase alta y tenía un refugio nuclear. Por aquel entonces, antes del “incidente” parecía una excentricidad, pero me salvó la vida.
Es verdad eso que dicen que los millonarios tienen de todo, pues yo como tenía sitio en mi finca, disponía también de un refugio nuclear, como decía.
Allí me pasé varios años. Hasta que harto de ese encierro y falto de alimentos decidí salir e ir a ver como estaban las cosas en la ciudad.
Y sí, era como en las películas de los 80, estaba todo dejado y abandonado.
Hasta fui atacado por unos seres deformes. Entiendo que eran mutantes surgidos de la radiación nuclear.
Eran seres harapientos y llenos de malformaciones. Uno alcanzo a decir “comida fresca” referido a mí, con lo que enseguida entendí sus intenciones conmigo. Parece que ellos también estaban faltos de alimentos en buen estado.
Por suerte fui rescatado por un par de seres humanos que iban equipados con armas y trajes antiradiación.
Me explicaron que formaban parte de una comunidad que también vivía en un gran refugio bajo tierra. Que salían de vez en cuando a ver si encontraban algo útil entre las ruinas de la civilización y por suerte me encontraron a mí.
Así que me fui a vivir con ellos.
Pero parece que ahí acabó mi suerte, pues resulta que ellos también andaban algo escasos de alimentos y me acabaron comiendo, así literalmente, aunque previa cocción.
Bueno, al menos fui comido por gente de mi misma condición y no esos horrendos mutantes…
Texto de Tony Jim
Ilustración de Daniela Calandra