Mi primer verano en la Sierra

John Muir y su entusiasmo por la naturaleza

John Muir, Mi primer verano en la Sierra, Hermida editores (2018). Foto y reseña de Chiara Mancinelli.
John Muir, Mi primer verano en la Sierra, Hermida editores (2018)

Leer de viajes o de naturaleza en estos tiempos hogareños de inmovilidad no me hace ningún mal. Al revés. Es un tipo de lectura que estoy buscando con más frecuencia y que me permite desahogarme, conocer y explorar a través de las páginas. La experiencia, obviamente, es distinta, pero enriquecedora.

Hace tiempo me había apuntado el libro de John Muir, Mi primer verano en la Sierra, para regalarlo a mi pareja, pero se me olvidó que era para él y, en el empeño de tachar libros de mi lista de deseos, terminé comprándolo para mí.

Me gusta pensar que se haya tratado de aquellas cosas raras que pasan a veces con los libros, como las que cuenta el tío de Juan en El libro salvaje de Juan Villoro. Son los libros que escogen a sus lectores. Y ese libro ha venido a mí ahora que leer de naturaleza y de viajes tanto me gusta.

John Muir cuenta en primera persona su experiencia en la sierra del Yosemite, donde decide pasar el verano de 1869 ayudando en el pastoreo de un rebaño de ovejas. En su diario recoge las experiencias de aquellos días. Describe con detalle la naturaleza que tiene la oportunidad de observar, la fauna y la flora que habitan las montañas. Los cambios en el cielo, la forma de las nubes y los atardeceres. La adaptación del hombre al ambiente (lo mal que lo pasan cuando se les acaba el pan), los ataques de los osos, las costumbres de los indios.

Pese a estar escrito hace más de un siglo, el libro sigue siendo actual.

Hoy vimos otro grupo de turistas de Yosemite. De algún modo, a la mayor parte de esos viajeros parece importarles muy poco de las cosas magnificas que los rodean, aunque lo bastante como para gastar tiempo y dinero y soportar largas caminatas para ver el famoso valle. Y cuando se encuentren entre los poderosos muros del templo y oigan los salmos de las cascadas, se olvidarán de sí mismos y se volverán devotos.

Muir es un gran admirador de la naturaleza y no pierde ocasión para explorar, detenerse, observar, contemplar y describirla. Es capaz además de transmitir este profundo entusiasmo a través de las páginas:

Posado come una mosca sobre esta bóveda de Yosemite, contemplo y dibujo y me solazo, y a menudo me quedo embobado de pura admiración, sin demasiada esperanza de aprender algo, pero con el esfuerzo anhelante e incansable que está a las puertas de la esperanza, humildemente postrado ante la vasta exhibición del poder de Dios y ansioso de ofrecer abnegación y renuncia en la tarea de aprender cualquier lección del manuscrito divino.

Un libro que hace respirar en cada hoja. Un autor que, con las palabras, es capaz de llenar los ojos del lector de verde y de azul.

Sobre el autor: John Muir (1838-1914) fue un naturalista que narró sus viajes y exploraciones en diez libros y más de 300 artículos. Tras haber estudiado Química, Geología y Botánica en la Universidad de Wisconsin empezó a realizar diferentes viajes de investigación por los Estados Unidos y Canadá y, posteriormente, por Alaska, América del Sur, África y Australia. En 1892, fundó el primer grupo conservacionista de la historia, el Sierra club. Los objetivos de sus viajes son la investigación y la observación de la naturaleza en todas sus formas. Entre sus títulos en castellano están Pensamiento sobre las montañas, Naturaleza es una buena madre o Viajes por Alaska.

Texto y foto de Chiara Mancinelli

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